Invitación del jefe
Una madre observaba a su hija prepararse para salir con su jefe esa noche, quien la había invitado por primera vez. Mientras la muchacha (que tenía 18
hermosos años muy bien puestos) se maquillaba, la madre empezó a llorar.
— ¿Qué pasa, mamá?
“¡Es que yo sé lo que va a pasar esta noche!”.
— ¿Qué va a pasar esta noche, mami?
“Esta noche, hija, tu jefe te va a venir a buscar con un auto lujoso. Te va llevar a cenar a uno de esos lugares caros, con velas y músicos que tocan
el violín entre las mesas. Después te va a llevar a bailar y a tomar una copa en algún lugar oscuro y, mientras estén bailando, te dirá de lo guapa
que eres y todo eso…”.
— Bueno, mamá, ¿y qué tiene eso de malo?
“Que después te va a invitar a conocer su casa, ¡yo sé cómo va a acabar todo!”.
— ¡¿Y?!
“Y la casa va a ser uno de esos departamentos modernos que tienen un balcón desde donde se ve toda la ciudad; y entonces mientras contemples la vista
por el balcón, él va a poner música y va a destapar una botella de champaña. Va a brindar por ti y por el encuentro, te va a invitar a mostrarte la
casa… Y ahí es donde podría pasar la tragedia”.
— ¿Cuál tragedia, mamá?
“Cuando llegues al dormitorio, él te va a mostrar la vista desde allí y te va dar un beso. Eso no me asusta, pero después, hijita, él te va a mostrar
la cama y se va a tirar encima tuyo. Y si tú le permites que se acueste encima de ti, ¡yo me voy a morir! Y si yo me muero, tú vas a cargar con esa
culpa por el resto de tu vida. ¿Entiendes por qué lloro, hija? ¡Lloro por ti, por tu futuro!”.
— Bueno, mamá, quédate tranquila. No creo que pase eso que dices…
“Acuérdate hija, acuérdate… ¡Yo me muero, acuérdate!”.
A la hora señalada, un auto importado carísimo para enfrente de la puerta de la familia. Toca la bocina, la hija sale, sube al auto y parte con su
jefe.
A las cinco de la mañana, la joven vuelve a casa. La madre, por supuesto, está despierta, sentada en el sillón. Entonces exclama:
— Hija, ¡¿qué pasó?! Cuéntale todo a tu madre que tanto te quiere…
“¡Mami, es increíble! Todo fue como me dijiste. El restaurante, el baile, el departamento… ¡Todo!”.
— ¿Y? ¡¿Y?!
“Cuando llegamos a la recámara y él quiso subirse encima de mí, me acordé de ti, mami. Me acordé de la culpa que me iba a quedar si tú te morías”.
— ¡Muy bien, hijita! ¿Y te fuiste?
“Claro que no, me acosté encima de él ¡y que se muera su madre!”.
|